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Demanda habitacional: la historia de los sin techo olavarrienses

 

Protestas en las puertas de Desarrollo Social y ahora en pleno centro, frente al Palacio San Martin. Familias enteras no tienen dónde vivir. Una secretaria los manda a hablar con el Intendente. Para empeorar todo, volvió el frío.


Luciana Pedernera – Agencia Comunica

Foto: Dante Lartirigoyen – Agencia Comunica

 

Es un día de octubre frío. Frente a la entrada del municipio, sobre el paseo Jesús Mendía al borde de la calle Rivadavia, una carpa es golpeada por la fuerza del viento. En su interior, protegidas por esta estructura, hay una ronda de siete personas. En su mayoría mujeres, cubiertas con tapabocas y acompañadas por sus pequeños que juegan sobre el piso y a quienes solo se les ven sus ojitos porque están cubiertos de abrigos. Son un total de 12 familias las que van pasando por este puesto, rotan y cuidan el lugar a modo de protesta para visibilizar la necesidad de una vivienda digna.

 

El círculo de personas que hay al interior de la carpa lleva mucho tiempo cargando con una problemática que es eco no solo en Olavarría, sino que llega a todo el país. La crisis económica que viene presentándose hace algún tiempo y sumado a ella la pandemia que trajo el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, hizo que varias familias empezaran a no poder pagar el alquiler y sus dueños exigen el desalojo. La convocatoria que había empezado en la sede de Desarrollo Social en Rivadavia y Rufino Fal se trasladó al acceso del Palacio Municipal. Martin Roldan, referente de la Mesa de Emergencia Local, explica que la protesta se profundizó luego de que Silvana Rosales -Secretaria de Desarrollo Social- expresara que “acá yo no tengo más respuestas. El reclamo debe ser a mis superiores en el municipio”.

 

 

Desde el municipio ofrecen como respuesta según indica el referente de la Mesa de Emergencia local que “los casos de cada familia están abordados” aunque para Roldan “llaman ’abordar’ a tener una carpeta sobre sus situaciones, entregar bolsas de comida y haber mandado a hacer socioambientales”. Johana Sequeira está en uno de los rincones al interior del pequeño habitáculo y cuenta su historia: “tengo una orden de desalojo, por un mal manejo de desarrollo social, hubo un fallo judicial a favor del dueño de la casa”. Sin techo en contexto de pandemia y mamá de un nene de dos años y una nena de tres años, Andrea está en una situación similar, ella estaba rentando un alquiler de palabra, pero dice que “hace unos días quien me alquila ese lugar me comunicó que me tenía que ir”.

 

Frente a estas situaciones, Johana por su parte reconoce que el municipio le ha brindado ayuda otorgándole un terreno en el que pudo construir con el acompañamiento de familiares y vecinos, pero hoy debe pagar alrededor de 80 mil pesos para adquirir el techo y no puede. En este contexto explica que “mi marido es albañil, tiene trabajo, pero es para comer y la pandemia complicó mucho más la situación”. El compañero de Andrea también es albañil y el desalojo los deja en la calle porque los requisitos para un alquiler “normal” no están a su alcance “hoy fui a Desarrollo Social y me dijeron que no me podían ayudar. Me dieron un papel con muchas opciones de alquiler baratos, pero ya todos están ocupados”.

 

 

“Queremos vivir dignamente”; “Seguimos en esta lucha, no bajen los brazos” y “Nunca pisaron el barrio” un conjunto de frases llenas de colores sobre improvisados carteles que interpelan a quienes están de paso por uno de los rincones del paseo Jesús Mendia. Un común denominador en casi todas las historias: familias en la que su ingreso proviene de la albañilería, del trabajo sobre la construcción. Una profesión que en muchas ocasiones cuenta con una alta precarización laboral y aunque parezca sin sentido, son ellos los que reparan o construyen enormes edificios y también son ellos los que viven en condiciones inexplicables. Con la ausencia de recursos y con ese ingreso que en todo el mes debe decidirse si es para comer o pagar un alquiler.

 

“Estos acontecimientos se presentan muy en contra del decreto 320/20 en su Artículo N°2”, expresa el referente de la Mesa de Emergencia Local, quien a su vez sostiene que el sábado van a definir en asamblea hasta cuándo permanecerán manifestándose de esta manera. Aunque el desalojo no es el único problema, Lucia es parte de la ronda de personas que se encuentra en la carpa y habla por su mamá, a quien se le incendió la casa hace tres meses atrás y perdió todo. “Mi mamá tuvo que abandonar su casa por una orden de restricción de mi cuñada y cuando volvió no había nada”. La mamá de Lucia vive actualmente en la casa incendiada porque no pudo sostener más de dos meses el costo de un alquiler, pero está quemada y sin techo.

 

 

Roldán explica que desde la Mesa de Emergencia Local no tienen las herramientas para solucionar este tipo de cuestiones “esto no lo podemos responder nosotros, eso es lo que le estamos preguntando al Estado”.

 

El Estado, a través de la máxima autoridad del área correspondiente dijo no tener más respuestas y mandó a los manifestantes a hablar con el Intendente. ¿Dónde duermen unos y otros esta noche?.