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El mundo empieza una reconciliación con el ambiente

Este sábado se conmemora el Día Mundial del Ambiente. El experto de la FIO, Gabriel Blanco, repasa el panorama hacia 2050. Su mirada sobre algunos aspectos de Olavarría y la región.


El planeta sufre una crisis ambiental. La emisión descontrolada de dióxido de carbono generada por la actividad humana alteró la composición de la atmósfera. Produjo un cambio climático que tiene efectos concretos en la temperatura, los paisajes, los fenómenos naturales, los ecosistemas, con repercusiones económicas, industriales, sanitarias, y sociales. Los países, los que son potencia y los que están en desarrollo, han llegado a diversos acuerdos para mitigar la emisión de gases, pero hasta el momento resultan insuficientes.

 

A este ritmo, el futuro de un planeta habitable se reduce drásticamente. La cercanía de un precipicio climático motivó ahora nuevos compromisos mundiales, inéditas medidas políticas y financieras, y la conciencia de que si no se produce un cambio profundo en el modo de vida, se pone en juego nuestra propia existencia.

 

El ingeniero Gabriel Blanco, docente de la FIO y referente nacional e internacional en cambio climático, admitió que “la llegada de (Joseph) Biden a la administración de Estados Unidos generó en cascada una serie de cambios importantes a nivel internacional, que influyen muchísimo en Argentina”.

 

Entre otros compromisos de países y organismos, “el sistema financiero internacional se está redireccionando hacia la acción climática”, aseguró Blanco. Es un nuevo impulso orientado a financiar energías limpias, tecnologías para reducir emisiones, articular prácticas para el desarrollo sostenible, y al mismo tiempo una eliminación gradual de subsidios a combustibles fósiles y otras energías contaminantes.

 

Es nuevo panorama mundial que se está gestando, y tiene consecuencias. Si Argentina quiere seguir en esta comunidad internacional, si queremos intercambios, acuerdos bilaterales, comercio internacional, todo empieza a condicionarse hacia este nuevo modelo”, aseveró. “Ya en diciembre de 2020 el presidente (Alberto) Fernández se alineó con este escenario, y en abril pasado lo repitió en la Cumbre de Líderes sobre el Clima, con compromisos sobre la emisión de gases de efecto invernadero hacia 2030, y una serie de acciones para lograr la neutralidad del carbono en el 2050”, especificó.

 

Para el ingeniero, todavía “ni los medios, ni nadie en la política empezaron a discutir estos temas, no en la profundidad que tiene. La carbono neutralidad implica rehacerlo todo. En un país como el nuestro, que depende casi en un 90% de combustibles fósiles, cómo hacemos para salir de ahí”, planteó. “La carbononeutralidad implica llegar a 2050 sin emisiones de gases de efecto invernadero. Entonces hay que revisar todas las formas en que producimos energía y todas las actividades vinculadas al uso del suelo: la ganadería y la agricultura. También la industria. Hay que revisar todo, y replantear todo, pero en eso está el mundo”, subrayó.

 

No dejar huellas

 

Que un país logre la neutralidad del carbono supone grandes compromisos para reducir y remover las emisiones de gases contaminantes. “Implica tener que revisar la producción de energía y la producción agrícola ganadera. Y eso para la Argentina es barajar y dar de nuevo”, aseveró Blanco.

 

“Lo cierto es que Argentina no debe quedarse afuera de esto, porque implica no acceder a financiamiento, trabas en lo comercial, porque el mundo no va a comprarnos productos que se hayan producido generando emisiones. No comprarán productos provenientes de un proceso donde hubo deforestación, por ejemplo”, explicó.

 

Esta acción climática revolucionaria tiene su plazo en el 2050. “Parece lejos, pero son decisiones que hay que empezar a tomar ahora, porque las transformaciones no se hacen en un fin de semana. El mundo está en este camino, y desde los lugares de poder, si bien están viendo oportunidades vinculadas a la tecnología, por ejemplo, también empujan al resto de las naciones”, se explayó.

 

Si Argentina debe barajar y dar de nuevo, “varias áreas productivas, al tener que reconstruirse, tienen como desafío hacerse mejor”, apuntó el experto. “En el sector agrícola ganadero, la soja por ejemplo, permite el ingreso de dinero pero también admite procesos de concentración de la tierra, problemas con los agroquímicos, degradación de suelos. Por otro lado, el sistema energético está ultra concentrado en las grandes corporaciones que manejan el gas, el petróleo. Y desde hace años que no sabemos cómo resolver nuestros problemas de energía. La industria, por su parte, tendrá que revisar la energía que usa, y asimismo sus procesos industriales”, sostuvo. Entonces, “hay que ponerse de acuerdo en cómo se harán las transformaciones para que resulte algo positivo, para lograr algo mejor”, agregó.

 

Primeros pasos

 

No es que el mundo empieza desde cero a generar nuevos esquemas en busca del objetivo 2050. Ya existen muchas y variadas alternativas amigables con el planeta. Más desarrolladas en algunos países, más visibles en ciertos sectores. Para Gabriel Blanco, “a veces se cree que los cambios son lentos o muy graduales. Pero la realidad no muestra eso. Los cambios son lentos hasta que las condiciones se dan y los cambios se producen”.

 

 

Por ejemplo, “la posibilidad de producir alimentos de otra manera, está latente. Cuando las condiciones se den para salir de los grandes productores, de los alimentos procesados, será inminente el autocultivo, la agroecología, la huerta. No implica que cada uno deba tener una granja en su casa, sino de no depender de las grandes corporaciones”, apuntó.

 

Si se cumplen algunas condiciones, “vamos a empezar a ver más naturalmente lo que se llama producción de energía distribuida, donde cada uno puede generar su propia energía, en su casa, con la comunidad, en una pyme que sea autosuficiente. Si esto se puede hacer es un impacto tremendo, te olvidás de la petrolera, de la boleta de luz, de gas. Esas son las transformaciones grandes”, reveló Blanco.

 

Asimismo, el cambio de matriz productiva “tiene que evitar nuevas concentraciones. Las transformaciones se tienen que dar en un sentido tal que no vuelvan a reproducir el problema del que se pretende salir. Porque hay parques eólicos, solares, que siguen siendo concentrados, en manos de grandes empresas. Diversificar, descentralizar, esa es la clave”.

 

Relaciones cercanas

 

Cuando los productos se elaboran en la cercanía de donde se consumen, las comunidades tienen otra relación con los recursos que se utilizan, hay otra conciencia. Gabriel Blanco repasó algunos ejemplos regionales. “Tandil, por ejemplo, cambió su matriz productiva, su perfil minero, por el turismo. Hay mucha gente que trabaja en el turismo, está más diversificado, genera otros cuidados con el ambiente. No digo que esa transformación haya sido perfecta, pero es interesante ver que hay posibilidades de otras cosas”.

 

 

Y también se refirió a la explotación minera en Olavarría. “Está bien que se necesite de la construcción, pero hay cosas de las que en Argentina casi ni se hablan. Antes de hacer un edificio o una casa, por qué no pensamos en el diseño? Planificamos poner las aberturas hacia el norte? Porque todo eso luego requiere menos energía para que esa casa funcione, menos materiales y menos cemento”, graficó.

 

Igualmente con el transporte y la movilidad. “No se trata solo de pasarse a vehículos eléctricos, porque después hay problemas con el litio. Se trata de replantear la movilidad urbana, cómo reordenar las ciudades para que no haya que trasladarse tanto, pensar en la movilidad no motorizada, hay muchas alternativas”, comentó el ingeniero.

 

“Sería bueno que desde lo municipios –apuntó-, también se piensen en esas cosas. Y veo que desde el Municipio de Olavarría cada vez se está más lejos de pensar alternativas locales de transformación. Ni siquiera una planificación, y empezar a hacer cosas que no requieren tantos recursos. Es simplemente pensar las cosas de otra manera, y eso no se ve”.

 

Específicamente, cuestionó el programa de reciclado de residuos impulsado desde el Municipio. “Tener que traer a expertos de España, Brasil, Alemania para que le digan a Olavarría cómo manejar los residuos, teniendo especialistas en la Facultad local y en la Universidad, creo que no es el modelo que debiéramos pensar”, reflexionó Blanco. “Y no está claro qué se quiere lograr (con ese Programa), cuál es el beneficio. Se llevarán residuos a las empresas cementeras para quemarlos en los hornos?”, se preguntó. “Es difícil involucrar a la comunidad cuando el fin no está claro”.

 

 

Ambiente pospandemia

 

La disminución de la actividad humana debido a la pandemia redujo enormemente la emisión de gases de efecto invernadero. Varios ecosistemas volvieron a reacomodarse. Exhibió como nunca la conexión entre la manera en que se producen los alimentos, la energía, con el estado del ambiente. “Pero de ninguna manera se puede esperar que la solución llegue de la mano de catástrofes como esta”, advirtió el especialista en cambio climático.

 

“Ya casi estamos volviendo a los niveles de contaminación previos a la pandemia”, dijo Blanco. “Hay que repensar la manera de producir que tenemos, y ahora se inicia una oportunidad única de hacerlo bien”, se entusiasmó.

 

Fuente: Prensa Facultad de Ingeniería – Unicen